Tú y sólo tú, decides que las conductas de los demás te duelan, te hundan, te refuercen o te enseñen.
Ese es tu poder.
Eres tú el que decides si caes en la trampa del rencor, entregándole tu poder a quién te hizo daño.
No puedes controlar que te hieran, habrá personas que vengan a tu vida que te aporten y otras te enseñarán.
No se trata de olvidar, ni vivir como si eso no hubiera ocurrido. ¡Ocurrió y dolió y Vaya que si dolió! Precisamente, desde ese dolor lo debes trabajar.
Encuéntrale un sentido a ese dolor, descubre la enseñanza que ha venido a traerte. Pues cada dolor trae un aprendizaje.
Recoloca ese daño en tu historia. Y entonces llegarás a recordar sin que te duela.
Tener el valor de perdonar a quien te hiere, te hará ser aún más libre.
Para mí, eso es perdonar.
Besos y Abrazos