Adaptarse a cualquier momento, tiempo y circunstancias…Ser fuertes y, aun así, nunca olvidarse de florecer”.

Nunca he sido una amante de las plantas y desconozco mucho del mundo de las flores, pero siempre he sentido curiosidad por los cactus y ahora entiendo por qué.

Los cactus almacenan agua en sus tallos, evocando la “resiliencia” y la invitación a nunca perder la esperanza. Siempre mirando hacia arriba y aunque los cuidados escaseen, no se niegan a levantarse.

Si usamos como metáfora el cactus, podríamos decir que nosotros los humanos nos asemejamos a ellos, ya que nos protegemos, “las espinas”, tenemos miedo a que nos vuelvan a lastimar ya que en algún momento nos hicieron daño.

Siempre digo que cada persona tiene su historia, y para conocerlas hay que sumergirse en ellas, porque muchas veces están llenas de abandono y de soledad.

Al igual que nos abrimos y nos damos, si las circunstancias son las favorables, ahí lo hacemos sin miedo, ya que también somos capaces de brindar lo más hermoso que cada uno de nosotros lleva dentro, aquí estaríamos dando la “flor”.

Cuando regalas un cactus, estás regalando fortaleza, buena energía, templanza, serenidad, equilibrio, belleza y la intención de nunca, nunca dejar de florecer, aunque los problemas aparezcan y las situaciones se tornen difíciles.

¿Si pudieras ser una planta, que planta te gustaría ser?

¿Qué tal si te vistes de cactus y te preparas para florecer?

Recuerda que, en medio de la dificultad, reside la oportunidad.

Besos y Abrazos.