Diría que la vida, no es ni buena, ni mala, la vida es.

La vida la categorizamos en «buena» o «mala» en función de la experiencia y de cómo cada cual la viva.

Todos y cada uno de nosotros atravesamos en determinados momentos de la vida experiencias dolorosas que no podemos eludir, una enfermedad, pérdidas, decepciones, rupturas…

Aprender a aceptar que no hay nada permanente en esta vida, excepto el «cambio», nos ayudaría a entenderla. Cuando no puedas cambiar una situación, solo podrás cambiar la forma de vivirla.

Si nos resistimos a vivir lo que nos esté pasando o incluso lo negáramos, tan sólo estaremos añadiendo sufrimiento al sufrimiento, como decía Carl Jung, psicólogo suizo: “Lo que resistes, persiste; lo que aceptas, te transforma”.

Muchos de nuestros sufrimientos vienen porque pensamos que las cosas «deberían» ser de otra manera. En cuanto abandonamos esta pretensión, dejamos de sufrir. En cuanto dejamos de imponer nuestros esquemas de la realidad, la realidad deja de presentarse adversa y comienza a manifestarse tal cual es, sin ese patrón valorativo que nos impide acceder a ella.

«Si no consigues lo que quieres, sufres. Si consigues lo que no quieres, sufres. Incluso cuando obtienes exactamente lo que quieres, sigues sufriendo porque sabes que no podrás tenerlo para siempre. Tu mente crea esa situación”, Sócrates.

La aceptación de la realidad tal y como es, nos ayudará a vivir los contratiempos con sosiego y serenidad.

Parar, Respirar y sobre todo vivir siendo tú.

Besos y Abrazos

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