Hasta la choza de un viejo maestro llegaron ancianos del Consejo de un antiguo pueblo. Venían a consultar al sabio sobre un problema que amenazaba a todos los que habitaban la vieja ciudadela junto al río. Desde hacía muchos años, y pese a todos los esfuerzos del Consejo, los habitantes de ese lugar habían empezado a pelearse, a hacerse daño. Se robaban unos a otros, se lastimaban entre sí, se odiaban y educaban a sus hijos para que el odio continuara perpetuándose.

Los ancianos del consejo le expusieron al sabio:

– Siempre hubo algunas personas que se apartaban de la senda, pero hace unos diez años comenzó a agravarse la situación y, desde entonces, ha empeorado mes tras mes.

A lo que el sabio les pregunto:

– ¿Qué pasó hace diez años?

– Nada significativo. Por lo menos nada malo. Hace diez años terminamos de construir entre todos el puente sobre el río. Pero eso sólo trajo bienestar y progreso al pueblo.

El sabio asintió con la cabeza y sentándose en un raído sillón junto a la ventana empezó a decir, como para sí mismo:

– Por supuesto que no hay nada de malo en el bienestar….Y mucho menos en el progreso. Sin embargo…..

Los ancianos del consejo no se animaron a preguntar. Sólo se acercaron un poco para escuchar las palabras del sabio.– El mal no está en el bienestar sino en comparar mi bienestar con el vecino. El mal no está en el progreso, pero sí en querer ser el que más ha progresado. No hay nada de malo en las cosas buenas para todos, pero sí en competir por ellas. Vuestro pueblo padece el mal de la sílaba central- sentenció el anciano.

– ¿La sílaba central?, ¿Cuál es ese devastador mal? ¿Cómo podríamos curarlo?

– Debéis ocuparos de enseñar a cada uno de los habitantes del pueblo que el verbo competir es un verbo que enferma, intoxica y mata. La solución es que todos aprendan a hacer un cambio de sílaba. Enseñarles que sólo con reemplazar en la palabra “competir” la sílaba central “per”, por la más que significativa sílaba “par”, crearemos una nueva palabra: “compartir”.

Una vez que todos hayan aprendido el significado de este verbo, la competencia no tendrá sentido y, sin ella, el odio y el deseo de dañar a otros quedarán sepultados para siempre.

Todos deberíamos esforzarnos por cambiar la palabra “competir” por la palabra “compartir”. Es sólo una sílaba. Un cambio de sílaba para un cambio de vida. Se trata de un paso definitivo en el camino hacia la nueva felicidad que, a mí entender, sólo puede ser completa si estamos seguros de que también otros pueden sentirla.

Besos y Abrazos