Tan cierto y tan real, cómo dejamos de cuidar, de amar y de valorar las cosas conforme pasan los años.

Cuando llegas a casa
te quitas los zapatos con desgana
con la mano o con la ayuda del otro pie
da igual, ni tan siquiera te preocupas si están sucios
o si se están estropeando,
no es la primera vez que te los pones
ni será la última.

Si fuera la primera vez, si fueran nuevos,
te los quitarías delicadamente
pero ya no es la primera vez…

Siempre que llegas a casa
después de un día agotador
también tiras tu teléfono de cualquier manera
en cualquier parte. Si fuera nuevo,
lo dejarías delicadamente en la mesa,
tendrías miedo a que se rayase,
solo si fuera nuevo, como la primera vez…

Lo mismo pasa con las personas,
con tus amigos, con tus padres,
sabemos que están ahí
pero dejamos de mirarlos,
dejamos de tratarlos
como la primera vez…

¡Ojalá nunca termine el comienzo!

Besos y Abrazos