Decidir adaptarse a las circunstancias adversas,
en vez de quejarse o regodearse en la frustración,
el enfado o la rumiación, es otra opción.

Adaptarse a la realidad
mejora nuestro bienestar emocional.
Al aceptar la adversidad, aprendemos de ella
y también de nosotr@s,
descubrimos nuestros recursos,
los mejoramos,
nos transformamos,
en definitiva,
nos hacemos personas más resilientes
con una mayor capacidad de autorregulación emocional.

Ante cualquier situación que te toque vivir
puedes tomar dos caminos:
resignarte o aceptar.

Besos y Abrazos