Había una vez una manzanita que siempre quiso ser una estrella, ella nunca quiso ser manzana, así que un día se dispuso a hablar con Dios y le dijo:         

Dios, ¿Te puedo pedir un favor?

Y Dios, le dijo: – Sí, pídemelo.

 Me gustaría que me pusieras en la rama más alta de un árbol y quisiera quedarme ahí.

 ¿Pero por qué quieres estar en una rama tan alta? Le preguntó Dios.

Porque, me encanta contemplar todas las estrellas. Yo creo que, si veo las estrellas, seré feliz.

Y Dios, se lo concedió. Pero la manzana después de un tiempo con la confianza, le dijo de nuevo:

 Oye, Dios

Dime, manzanita.

¿Te puedo pedir otro favor?

¡Dime!

Puedes permitir que venga un ave grande, me corte de este árbol y me lleve a una montaña. Quiero llegar a una montaña, a lo más alto que se pueda.

¿Para qué quieres ir a una montaña? Le dijo Dios.

Quiero ver las estrellas lo más cerca que se pueda, es más me encantaría tocar una.

Dios, con mucho amor, contemplo a la manzana y le dijo:

Mira manzanita, tú no necesitas ver a una estrella para ser feliz, es más ni siquiera necesitas contemplarla, y te voy a decir por qué.

Dios, cogió un cuchillo y partió a la manzana por la mitad.

 Lo que tú no sabes manzana, es que, dentro de ti, yo puse una estrella muy especial. Y la felicidad que tú estás buscando, no está afuera, sino dentro.

La manzanita, se volvió y le dijo a Dios:

¡Uauhh! Tenías razón, hoy quiero buscar la felicidad que está dentro de mí, pero ya es tarde, ahora estoy partida.

Reflexión

Cada uno de nosotros puede llegar a ser feliz y en ocasiones no nos damos cuenta, ya que creemos que la felicidad está afuera, y no es así. Cada uno de nosotros somos seres especiales, pero no solemos mirar hacia dentro, nos pasa igual que a la manzanita que no sabía que la estrella que tanto anhelaba ya estaba en ella.

Muchos tienen que pasar por un proceso de dolor, por un proceso de prueba, quizás muchos tienen que ser partidos para darse cuenta de que eran felices y quizás no lo habían valorado.

La verdadera felicidad no está en querer tener todo lo que uno desea, no es anhelar todo lo que uno quiere.

La verdadera felicidad es querer lo que tú ya tienes, ¿Qué tienes que aún no te has dado cuenta? Todos estamos dotados de un enorme corazón para amar, para perdonar y sobre todo para escuchar la voz de tú interior.

“Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde”.

Besos y Abrazos